UN CUENTO MUY TRISTE

Vivía una perrita pequeña y malhumorada en una finquilla a las afueras de un pueblo, pasaba los inviernos sola, vigilando la finca con ladrido férreo.
En verano la  finca se llenaba de gente y la perrita se olvidaba de su soledad y la compañia la hacia rejuvenecer, hasta que de nuevo el invierno regresaba y con el la soledad, tan solo paliada a ratos por los perros que pasaban a diario por allí y por las salidas a explorar que podía  hacer gracias a una abertura en la verja de la finca, aunque  resultara peligroso, a ella le resultaba divertido y emocionante.
Un día algo rompió la monotonia en su vida, le trajeron un compañero, un cachorrito precioso que rápidamente se convirtió en su compañero inseparable, en un ángel que la hizo feliz como jamas había sido.
Ella le enseñó todo lo que sabia, a ladrar si pasaban perros, a huir de la gente y de los perros grandotes, a salir por el agujerito, y a no salir de la casa cuando estaba llena de gente para poder recibir cariño, o eso creían ellos.
Pero un día, la perrita desapareció,  pobre, era ya muy mayor, y, el perrito tuvo que aprender a vivir en soledad, y su vida comenzó a ser calcada a la de su amiga, aunque él llevaba mucho peor lo de estar sólo y necesitaba salir mas veces para poder jugar con otros perros  y hasta cortejar alguna perrita.
Pero un día algo rompió la monotonía en su vida, y para su desgracia no fue un pequeño compañero,  los desalmados de sus dueños habían cerrado la apertertura por la que el salia de la finca, y eso no fue lo peor, lo habían hecho cuando el estaba fuera de la casa!!!
Como era posible que le hicieran eso, que le echaran de su casa, sus propios dueños, a los que el quería y vigilaba su finca cuando ellos no estaban!!!!!!
Esas personas sin una pizca de empatia le habían condenado a pasar hambre, a vivir en la calle expuesto a todo tipo de peligros...
Mucha gente de la que pasaba por la finca con sus perros, enseguida se dio cuenta de lo que ocurria y trataron de cogerlo para llevarlo a una protectora y así ofrecerle una segunda oportunidad, bien merecida, pero era una misión difícil, al perrito le habían pegado y perseguido y ya no se fiaba de nada ni de nadie, el peligro de vivir en la calle...
De momento así termina la historia, tan real como que me llamo Leo y como las carreras que nos hemos pegado los dos, el por dentro y yo por fuera de la maldita verja.
Solo espero que alguien de todos los que están intentando ayudarlo, lo consiga y pueda ir a un lugar seguro, se lo merece, no hay derecho a que te ocurra alg oí así.
El otro dia oyendo la radio con Montse, escuche que Elvira Lindo decía que como nos podíamos proteger de la maldad, y yo digo que de la maldad humana no nos podemos defender ni humanos ni animales, por que es infinita...
Suerte amigo